sábado, 30 de mayo de 2015

Dos hitos de la navegación paleolítica: Andamán y Brasil


    El presente blog tiene como propósito establecer una nueva clasificación de las lenguas amerindias, establecer nuevas relaciones filogenéticas entre ellas, e incluso entre otras lenguas del mundo. Tan sólo conociendo nuevos factores geográficos, históricos y, por supuesto, lingüísticos que apoyen a estos dos primeros, se podrá plantear una nueva clasificación de las lenguas indígenas del continente americano.

    El estudio de nuevos factores históricos podrá aportar datos muy valiosos a la hora de entender la globalidad de las lenguas indígenas americanas. Para ello vamos a estudiar la navegación durante el Paleolítico sobre la faz de la Tierra. Existen dos hitos de la navegación durante el Paleolítico que cabe resaltar: Por un lado está la colonización de las islas de Andamán  y, por otro lado, está la colonización del continente americano (costas de Brasil) desde la bahía de Dakar en África. Todo ello sucedió en el Paleolítico superior. Veremos como en los dos casos se repiten las mismas variables que dieron lugar a semejantes proezas.


La colonización de las islas de Andamán


    Según  los recientes estudios genéticos de los aborígenes andamaneses "los negritos Jarawa", la colonización de las islas de Andamán debió tener lugar hace unos 40.000 años B.P, pues se halló en ellos una mutación específica que se retrotrae a esa fecha. La colonización de las islas de Andamán coincidiría en el tiempo con las primeras migraciones humanas por la costa asiática procedentes del continente africano.
    Las islas de Andamán se encuentran en medio del golfo de Bengala, a una distancia aproximada de 300 kilómetros con respecto a la costa más cercana. Por lo tanto, no son visibles desde las costas continentales. ¿Pero cómo  pudieron adivinar su presencia los primeros habitantes de las islas y aventurarse a navegar el océano con esa certeza?. A pesar de que los investigadores afirman que el nivel del mar era diferente al actual en esa época y las islas de Andamán sí eran visibles desde la costa. Esta hipótesis no es creíble pues la línea de costa podía variar como mucho 50 kilómetros en el mejor de los casos. Y las islas seguirían sin ser visibles.

    La respuesta es mucho más sencilla e intuitiva. El elemento que avivó la curiosidad de los andamaneses de la existencia de nuevas tierras en el mar fue un volcán. Y más concretamente el volcán Barren. El único volcán del subcontinente indio. Sus erupciones sí eran visibles desde la costa de la actual Birmania. Y la certeza de nuevas islas en medio del mar se extendió entre los primeros pobladores. Tan sólo era necesario construir una embarcación de juncos, trenzar una vela con hojas de palma y dejarse llevar por los vientos hasta el volcán Barren. Quiso la fortuna que, a pesar de que el volcán se sitúa en una isla diminuta y aislada, en la parte posterior, en el trasdós, se extiende un cordón amplio y continuo de islas. Las islas de Andamán, que fueron colonizadas de esta forma en el Paleolítico por los "negritos Jarawa" hacia el 40.000 B.P.


La colonización de las costas de Brasil


    El otro hito de la navegación paleolítica es el cruce del océano Atlántico desde la costa de Dakar hasta las costas del actual Brasil en fechas un poco posteriores (30.000 a.C). Esta teoría ya es defendida en la actualidad por la arqueóloga brasileña Niède Guidon. Desde el yacimiento de Pedra Furada en el estado de Piauí (Brasil) defiende dataciones de C-14 de hace apróximadamente 32.000 años a.C para los primeros habitantes del continente americano. Y eran diferentes a los hombres que entraron por Bering. Eran, según Niède Guidon, hombres africanos arcaicos.

    Pero volvamos a la pregunta anterior, ¿Cómo hombres de la costa africana llegaron a intuir la presencia de islas y tierras al otro lado del océano Atlántico y lanzarse con esa certeza a descubrirlas?. Pues la respuesta es similar al caso precedente: Un volcán. En este caso el volcán Fogo de las islas de Cabo Verde. La erupción del volcán Fogo a una distancia de 500 kilómetros de la costa africana sí es visible desde Dakar. El humo de la erupción ratificaba la certeza de la existencia de tierras e islas al otro lado del océano y a una distancia, en principio, abarcable. Fue la curiosidad humana por descubrir, la que llevó a esos hombres africanos de haplogrupo R1b y mitocondrial X a construir unos barcos de juncos con velas de palma trenzada, y lanzarse al océano a colonizar las nuevas tierras que se presentaban. Al igual que ocurría con el volcán Barren, el volcán Fogo se encuentra situado en una diminuta isla. Sin embargo, en la parte posterior existen extensas tierras, el continente americano. Fue la fuerza de los vientos alisios la que permitió que la curiosidad de esos primeros hombres africanos llegara más lejos de lo inicialmente previsto, y lo que en principio iba a ser una travesía de 500 kilómetros terminara en el descubrimiento y colonización de un nuevo continente (América). Todo ello con tan sólo 20 días de navegación.



    Tenemos ahora un nuevo factor histórico y novedoso a la hora de estudiar las lenguas indígenas del continente americano: la posibilidad de que el continente americano fuera colonizado por hombres africanos-europeos hacia el 30.000 a.C. Esto nos permitirá establecer relaciones entre las lenguas amerindias y, por ejemplo, las lenguas del norte de África como el touareg, o europeas como el euskera. Pero, sobre todo, y lo más importante de cara a su clasificación, nos permitirá distinguir dos sustratos diferenciados en las lenguas amerindias. Un sustrato que llamaremos "paleo-euroafricano" con una antigüedad de 30.000 años (hay que considerar que la Europa genética llegaba en el Paleolítico hasta lo que hoy es Senegal, ocupando el fértil desierto del Sáhara). Y un sustrato que llamaremos "paleo-siberiano" procedente del estrecho de Bering y con una antigüedad de 11.500 a.C. Tendremos, por tanto, en América lenguas indígenas de sustrato "euro-africano" fruto de la entrada de hombres y mujeres por el océano Atlántico y lenguas indígenas de sustrato "asiático o siberiano" fruto de la entrada de hombres y mujeres por el estrecho de Bering.

    Si defendemos que hombres africanos-europeos de haplogrupo R1b y mitocondrial X, habitantes del fértil desierto del Sáhara cruzaron el Atlántico en torno al 30.000 a.C hasta llegar a las costas del actual Brasil, existirán entonces pruebas de tipo genético y antropológico que así lo confirmen. Estudiaremos en la siguiente entrada del blog las taxonomías de Imbelloni y las taxonomías de Canals Frau, así como el enigmático caso del hombre de Kennewick, y veremos como esas taxonomías distinguen entre un hombre de origen asiático, braquicéfalo, mongoloide y de baja estatura en las costas del Pacífico, y un hombre de gran estatura, dolicocéfalo, de rasgos europeos en las costas orientales de América.

    Y lo más asombroso, como las lenguas "paleo-euroafricanas" se distribuyen por las costas orientales de América, mientras que las lenguas de sustrato "paleo-siberiano" se distribuyen principalmente por las costas del Pacífico del continente americano. Existe una correspondencia entre las lenguas y los rasgos antropológicos defendidos por Canals Frau e Imbelloni. Donde imperan rasgos europeos, dolicocéfalos se hablan lenguas de sustrato "paleo-euroafricano", y donde imperan rasgos mongoloides braquicéfalos se hablan lenguas de sustrato "paleo-siberiano".


Por Marcos Castro Vilas. Arquitecto









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